Thursday, December 25, 2008

Beso...


Me esperas, para negociar una idea, residuo de pensamientos de verbena?. Estarás en frecuencia, oscilando con un suspiro entrecortado avisando con tus gestos y muecas lastimeras? Platicarás de tú faena, de tú recorrer caminos, experiencias y feroces peleas? Llegarás hoy, a contarme de lo que observas de reojo, al posar tú barbilla en el lóbulo de mí oreja.? De este impulso incrementado, tumulto de latidos, el temblor que a mis manos se dirige y caricias genera. Mis dedos juguetones, con remolineos y presiones firmes, tanteos y extravaganzas a ligera, erizarte, susurrar como viento.
Cruzando miradas, platico con ella, te miro con pupilas firmes, henchidas y fieras. En pausa, me contengo congelado, apartando el sentido perdido al que nuestra platica se aferra, y me sugiero el respirar tranquilo como inhalar el agua en tierra suelta. Brota de mí un riachuelo, con una línea ligera, curveandose al llegar, posarse en mí boca y languidecer como muestra de mí no saber que hacer ante el pose de la naturaleza. Ahora, ya sin exigencia, recuesto mí cuerpo, entrego la carne y la piel húmeda, la lengua en punta, espectante aguja de enhebrarse en un hilo de saliva mutua. Levito en el umbral mismo de una ensoñación pasajera.

D.

Monday, December 22, 2008

Al final de la calle...

Por la ventana alcanzo a ver un árbol salpicado de amarillo, como plumitas en el viento, largas varas estiradas hacia el sol, sin lastre, sin agotamiento. Un arco, un farol colgando de herrerías de invento. El hogar, cavidad de betas y nudos, techo rojo, refugio de perros y gatos en la lluvia. Arco detenido, pausa aflorando por los últimos instantes que saludan el patio, y atraen a la luz a esos constantes peludos caminantes nocturnos sobre las líneas de muro.

Es invierno y los pasos dados, cortos y con compás para pensar lento y más al recorrer el camino. Intervienen las ramas de nudos desgreñados y texturas, filigranas. Flores nacientes, brotando de macetas y montones de hojarasca. Acariciar al pasar con los deditos estirados, las cortezas cambiantes de los troncos que me acompañan y viajan desnudos bajo la bóveda de nubes y remolinos despeinados. Alfombra, musgo verde, pasto, ¡¿que me callas, que me absorbes y me llamas?!, desde el primer instante hasta la pregunta definitiva y la añoranza. ¿!Qué me callas a cada paso?! Con amor, tú vientre, tú palpitar consciente. Ese lamento de trueno y agrietante sangre en llamas que desciende de tus poros, tú frente. Ahora detenido, regresando al interior, silla y suspiro incontenido. El estío del recorrido apabullante realidad que me posee y me desafía en este frío.


D.