Hay espectros que no consuelan esta eucaristía reforzada, porque vienen una y otra vez a incluirme en ceremonias de ecos en incremento. Resonancias internas que se desplazan y me ceden, que me recuestan y me extienden... hasta un segundo en el que pierdo el respiro, entrecortado y campante.
Retengo de las tardes libres el principio hiriente, el origen de la caída y desplazamiento sobre nosotros, en cubiertas de noche, en el ser despegado del suelo, por del interno un reproche.
A la deriva, a la deriva... un último respiro, casi ahogado... antes de hundirme... antes de los arcoiris, la presión... el onduleante rezago que todo lo vuelve gris... que todo, debajo... lo vuelve gris.
Dancing Echoes.
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