Quiero darles un canto,
Mariposeo nocturno,
Invariables constantes de espanto.
Quiero hablarles de frente,
Y sollozar, entes que mueren,
Que carecen de encanto.
Placeres que siento,
Luces que incandesen y aves de fuego.
Que desaparece, crece,
Tantas veces amanece,
Y se eleva en alborada…
Siempre muere.
Un trato,
Hermanos de viento,
Roces en el rostro,
Lloriqueos,
Ímpetus amorosos.
Porque ya nadie viene,
Ni un encuentro,
Sorpresas,
La costumbre que ha cesado.
Con las ventanas abiertas,
Las cortinas corridas,
La cama ya hecha,
Las vigas maltrechas.
Y que me sueñen,
Me aparten,
Se enfermen.
Nos abrazaremos,
Arrastrando el cuerpo en cachos.
Tantos atardeceres,
Tantos cantos.
Tanta oscuridad en el día,
Ya no hay azules, ni verdes,
Ni luces de cielo,
De encanto.
Profundo,
Las sonrisas,
las lágrimas,
El manto que nos cubre cuando estamos.
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