Tuesday, December 13, 2005

...cuento...

Ella corre...

Vi como corrió entre las hojas secas, tropezando con ellas, resquebrajándolas, haciéndolas flotar de manera interminable, no había viento, solo la corriente agonizante tras la silueta de aquella que corría.

En el instante, la mirada de reojo, imperturbable, extinta pero mis manos buscaban atraparla, silenciar las hojas que gritaban –¡Ella corre!- sin regreso. Yo ahora callo, y sigo con la mirada el sendero de giros y sonido de crujientes caídas. Con las manos estiradas, la vida me abandona tan rápido como el amor que no castiga.

David H.

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